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domingo, 7 de marzo de 2010

ISLAS MARQUESAS part 2

En las Marquesas no hay una barrera de arrecifes que proteja las islas del mar abierto y las olas chocan con ímpetu contra los acantilados. Tal vez por este motivo los habitantes de la isla viven un poco de espaldas al mar. Ua Pou, otra de las islas más visitadas del grupo norte, nos sumerge en una atmósfera tranquila, donde campesinos y artesanos se toman la vida con calma, sin prisas. En realidad todas las islas se parecen, si no exactamente en su orografía, sí en la sensación que transmiten: la realidad de encontrarse lejos de todo el mundo, en pequeña comunidad, y de tener tiempo para todo.
Hiva Ova, en el grupo sur, fue la primera isla habitada del archipiélago. Está coronada por los montes Temetiu, Feari y Ootua, que rondan los 1.000 metros de altitud. Atuona, la capital de la isla, es un pequeño pueblo emplazado a un extremo de la bahía de Taaoa que cuenta con un muy visitado cementerio.
En Hiva Ova hay tiempo para jugar a ser un poco arqueólogo y explorar los recintos cercanos a las bahías de Nahoe y Hanamenu, que nos muestran los vestigios de una antigua y misteriosa civilización, poco comprendida por el hombre occidental. La frondosidad de los emplazamientos arqueológicos, la fuerza de las esculturas y la inmensidad de los lugares donde se hallan ubicados estimulan al viajero y forman parte de un pasado polinesio –de la cultura autóctona de las islas Marquesas- que poco a poco va saliendo a la luz. La más meridional de las islas es Fatu Hiva, que muestra una exuberante vegetación tropical entre sus vertiginosos precipicios de basalto, surgidos directamente del mar. Las calles de Omoa o la solemnidad de la bahía de las Vírgenes nos trasladan una vez más a un tiempo diferente, más tranquilo, donde se tiene la impresión de que cualquier cosa puede suceder. Sólo 600 personas habitan esta isla remota, hermosa y solitaria, fiel reflejo de la vida en este confín del mundo.
Y es que en las Marquesas se percibe en el aire, en la gente, incluso en el paisaje y los frutos de la tierra que aquí es fácil vivir y hacer amigos. Las horas pasan relajadamente y hay mil historias que contar, desde las que hacen referencia a los antiguos ídolos de piedra –los famosos tikis que fueron desmembrados y convertidos en eunucos por los colonizadores- hasta las anécdotas que hacen referencia a europeos y navegantes que las han escogido como hogar permanente, un edén alejado del mundo.

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