El caballito del diablo sahariano es pariente de las libélulas: su diseño es mucho más delicado, y a diferencia de ellas, es capaz de plegar las alas sobre el dorso.
Las sanguijuelas nativas de canarias hozan en el fondo de los charcos y no están ávidas por chupar la sangre de las personas como ocurre con otras especies.
Los escribanos son unos escarabajos de agua que se alimentan de los restos orgánicos que encuentran en la superficie del charco. Cuando bucean, arrastran en las patas una burbuja de aire que les sirve de reserva para respirar.
Las notonestas, chinches acuíferos, emplean el mismo sistema de buceo: sus patas traseras están adaptadas para remar, pero les gusta hacerlo cabeza abajo.
Muchas son las especies animales, sobre todo los insectos, que viven en este parque y pasan inadvertidas a las personas por su pequeño tamaño. Lo mismo ocurre con un huidizo pariente de los lagartos: la lisa variable, que pega las patas al cuerpo cuando repta y se la puede tomar por una serpiente, un grupo zoológico que no está presente en Canarias. Las lisas huelen con la lengua.
Las aves son seguramente, el grupo animal que más hace notar su presencia en el campo, sobre todo en primavera, cuando la época de reproducción altera el comportamiento y acelera el ritmo de sus vidas, e incluso el aguililla, tan distante y desconfiada del hombre, se deja observar durante un fugaz escarceo amoroso.
La alpispa, con su característico balanceo, busca alimento siempre cerca del agua.
El mosquitero atiende a la llamada de su prole perfectamente protegida en un nido con forma de horno, por lo que también se le conoce como hornero: es un pequeño pájaro insectívoro que apenas encuentra descanso.
El mirlo macho es el primero en saludar el día con su canto, y también el último en despedirlo; las hembras y los jóvenes son más esquivos y silenciosos.
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