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viernes, 12 de marzo de 2010

PARQUE RURAL DEL NUBLO-GRAN CANARIA-part 6



En primavera, el macho del gorrión moruno luce su mejor librea y pasa por ser el pájaro más escandaloso de la zona; también se le conoce por palmero, por su costumbre de hacer los nidos sobre esta especie vegetal.

Las aves están por todas partes. Las hay como los canarios o el capirote de ojos encarnados, que prefieren la vegetación donde encuentran semillas o insectos de que alimentarse. Otros, como la tórtola o el caminero, un pájaro que corre y no va a saltitos como los demás, buscan el sustento en el suelo. Lo mismo hace la perdiz roja o perdiz de La Aldea, una codiciada y apreciadísima pieza cinegética.

Sin embargo la joya ornitológica de este parque vive en los pinares mejor conservados y depende, concretamente, de la presencia de viejos pinos muertos. El pico picapinos o pájaro carpintero busca y excava hoyos en estos troncos; dentro hace sus nidos donde los pichones, normalmente dos, encuentran perfecto resguardo. Las patas de este ave tienen dos dedos dirigidos hacia delante y otros dos hacia detrás: una posición perfecta para trepar. Su pico es muy robusto y está adaptado para perforar y golpear madera y las piñas dónde busca insectos que comer. El pájaro carpintero como todos los de su género, es un consumado escalador.
Animales y plantas, viento y agua, todos participan en configurar el paisaje que se abre ante nuestros ojos; pero no menos importante en este contexto, es el hombre, hacedor de paisajes con sus quehaceres y actividades. Su influencia en el medio viene de antiguo, de los aborígenes guanches. En el parque se encuentran señas inequívocas de su presencia: grabados rupestres, cuevas y zonas de culto religioso, como el almogaren del Bentayga, lugar sagrado donde el Faycan invocaba la lluvia y ofrecía leche a favor de la fertilidad.


Los guanches, a pesar de ser su población escasa y vivir como en la Edad de Piedra tuvieron una influencia determinante en el paisaje vegetal a través de las cabras. Estos mamíferos, lo mismo que las ovejas o las vacas, transforman la composición de la cubierta vegetal, máxime en islas como las canarias, donde la flora evolucionó ajena a la presión de grandes herbívoros. Dicha presión continúa hoy, pues la ganadería sigue y seguirá siendo una destacada actividad en la zona.
Los barrancos también han impuesto su topografía al hombre; la agricultura ha tenido que buscar el escaso suelo fértil acumulado, allí donde las pendientes lo permiten. Las terrazas para los cultivos ordinarios se levantan a base de duro trabajo siguiendo las curvas de nivel y los propios caseríos, se encaraman en las laderas o, incluso, se aprovecha la textura aislante de algunos materiales volcánicos, para horadar viviendas en la montaña.

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